Cuando Maximiliano iba a ser fusilado el 19 de Junio de 1867 en el Cerro de las Campanas, junto a dos generales que siempre fueron leales a él: Miguel Miramón y Tomás Mejía; pagó a sus ejecutores, cedió su lugar de en medio a uno de sus generales, y al ser disparadas las armas Maximiliano gritó con orgullo: "Qué viva México!"
Fue así como el Segundo Imperio llegó a su fin.
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